¿Ozono o cloro? Los expertos de Salher abordan las particularidades de cada tecnología de potabilización de aguas

Jul 18, 2024

El cloro se ha utilizado habitualmente como el desinfectante principal cuando se requería agua potabilizada, aunque en los últimos años se ha incrementado el número de plantas potabilizadoras que incluyen soluciones de desinfección mediante ozono. Salher tiene 10 años de experiencia desarrollando y fabricando estaciones automáticas de desinfección con hipoclorito sódico y ajuste de pH y estaciones automáticas de generación de ozono.

La potabilización del agua no solo es crucial para el consumo humano, además sectores como el hospitalario, el energético o las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética necesitan aguas de proceso de calidad que cumplan con las normativas vigentes. Para conseguirlas de un modo seguro Salher confía en sus técnicas de cloración y ozonización.

¿En que consiste la ozonización? Desinfección, tratamiento y potabilización del agua

Para eliminar microorganismos del agua, la OMS confirma que el ozono es el desinfectante más eficiente. Esta sustancia se genera artificialmente tomando el oxígeno y alterando su composición molecular y tiene un poder oxidante tan fuerte que destruye metales como el hierro o el magnesio e incluso la membrana celular de agentes patógenos, dejándolos inactivos.

Entre sus ventajas, nuestros expertos han destacado su elevada capacidad oxidante y biocida, diez veces más potente que la del cloro según sus estudios. Así, para destruir bacterias y virus del agua se necesita mucha menos cantidad de ozono que de cloro.

Por otro lado, el tratamiento de aguas con ozono no hace que aumenten los contenidos de sales inorgánicas o elementos tóxicos del agua, como sí ocurre durante los tratamientos por cloración.

Además, aunque sigue siendo una tecnología mucho más costosa, gracias a los últimos avances la ozonización está reduciendo su precio y un mayor número de industrias están incorporando estas plantas en sus instalaciones.

Salher ofrece su equipo automático de generación de ozono

como sistema de pretratamiento para la eliminación de turbiedad, detergentes, sustancias tensoactivas y oxidación de compuestos. Empleado también como desinfectante, SAL-OZ tiene gran efectividad frente a bacterias y patógenos y es un poderoso inactivador de virus y microorganismos.

Sin embargo, para conseguir ozono y que pueda emplearse de manera eficaz es necesaria su producción en el lugar donde vaya a ser utilizado, ya que por sus características no puede almacenarse ni transportarse. El beneficio de esto es que no hay que almacenar ni gestionar químicos.

La vida media del ozono en el agua dura alrededor de media hora, tras la que su concentración se reducirá a la mitad. El principal inconveniente de esta sustancia es que, en concentraciones elevadas, puede ser perjudicial por sus efectos oxidantes, causando irritación en los ojos, la garganta y los pulmones. En algunos casos incluso los equipos de ozonización pueden verse corroídos por ácido nítrico u óxido nítrico, que se pueden generar en el proceso.

Por este motivo, es fundamental seguir las recomendaciones del fabricante para trabajar con el ozono y evitar un mal uso del generador o la exposición constante de los operarios de las plantas.

El cloro sigue siendo el compuesto más empleado en desinfección de aguas

El cloro es un agente desinfectante comúnmente empleado para el abastecimiento de agua: en el tratamiento de agua potable, agua de piscinas, aguas de proceso o aguas residuales. La cloración es un proceso químico sencillo y económico, que consiste en añadir de forma controlada cloro, o alguno de sus derivados como hipoclorito sódico o dióxido de cloro, al agua a tratar.

Durante décadas el cloro fue el principal desinfectante para obtener agua de calidad que cumpliera con las normativas y sigue siendo la tecnología más usada tanto en los tanques de agua potable como en el mantenimiento de piscinas.

De hecho, el nuevo Real Decreto 3/2023, de 10 de enero, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro, recomienda que, para garantizar la eficacia de la desinfección, se mantengan unos niveles de cloro libre residual de al menos 0,5 mg/L durante 30 minutos y que, de forma general, existan al menos niveles de 0,2 mg/L en todos los puntos de la red de distribución.

Salher ofrece su estación automática de desinfección con hipoclorito sódico y ajuste de pH

El tiempo de actuación del cloro dependerá de la concentración y la dosis. Para su correcta dosificación, Salher suministra su SAL-CLPH, un equipo automático de cloración con ajuste de pH para el acondicionamiento y mantenimiento de la calidad del agua tratada, para cumplir con la normativa RD 140/2003 de aguas para consumo humano, y del RD 865/2003 «criterios higiénico sanitarios para la prevención y control de legionelosis».

El principal problema del cloro es que puede generar subproductos perjudiciales para la salud en el proceso de desinfección de la materia orgánica: ácidos haloacéticos y trihalometanos. La exposición a estos últimos es muy tóxica y potencialmente cancerígena.

Por otro lado, tras el proceso de desinfección de la cloración, aparece el cloro residual, el remanente de esta sustancia que queda disponible en el agua. Para evitar una nueva contaminación del agua habrá que controlar de manera eficiente y constante la dosis de cloro con medidores como el método colorimétrico DPD y el método amperométrico. Por ello, aunque en principio los sistemas de cloración son más económicos que los de ozonización, los tratamientos con cloro requieren un mantenimiento mayor.

En resumen

Los tratamientos con cloro y ozono son procedimientos adecuados para la obtención de un agua de proceso de calidad.

  • La cloración es más sencilla y económica, aunque requiere mayor supervisión y puede generar residuos cancerígenos si no se ejerce una medición exhaustiva de los parámetros del agua.
  • La ozonización es la opción más eficiente como desinfectante del agua, aunque es más cara. El ozono no se puede almacenar ni transportar, por lo que debe de generarse in situ. Si se exceden las concentraciones recomendadas de ozono, puede provocar irritación en ojos, garganta y pulmones.

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