Verano de sol, playa y… sequía

La agricultura y el turismo son dos de los motores económicos de España y, a causa del cambio climático, se están viendo seriamente amenazados. En el caso de la primera, las bajas precipitaciones minimizan la producción de productos agrícolas como el cereal y la aceituna, lo que tensiona muchísimo el precio de los alimentos.

A nivel global, el sector turístico está afrontando el reto de la adaptación a un escenario climático adverso, donde los principales destinos son cada vez menos agradables. En España, el turismo de sol y playa ha sido históricamente una importante fuente de riqueza, sin embargo, el panorama actual plantea serias incógnitas respecto al futuro y exige tomar medidas urgentes a las empresas e instituciones para mitigar las causas de esta crisis.

El mar Mediterráneo en el litoral español está rozando los treinta grados los últimos veranos, lo que contribuye a una proliferación de medusas que obligan a las autoridades a prohibir el baño. Además, las temperaturas de los países del Mediterráneo siguen aumentando a la par que lo hacen las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, llegando a alcanzar cifras récord como los 47,6 grados que se registraron en 2021 en Montoro, Córdoba.

La crisis hídrica alterna periodos de sequía extrema con episodios de precipitaciones que provocan graves inundaciones en toda Europa. En España, la falta de agua ha llevado al riesgo de desertificación del 75% del territorio peninsular y a restricciones de acceso al agua potable, al cierre de duchas de algunas playas y a prohibir el llenado de piscinas.